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usted a quien intento proteger... al igual que a Kenebuck? ¡No quiero que muera nadie!. Si
usted permanece en la ciudad más tiempo, es como si lo estuviera pidiendo. No me
cansaré de repetírselo: aquí en el Complejo de Manhatan, el indefenso es usted, no
Kenebuck. ¿Es que cree que él no ha hecho planes para acabar con usted?
No lo hará hasta no encontrarse seguro dijo lan, dando la espalda a las gotas de
aguanieve espectral que chocaban como almas perdidas contra el cristal, tratando de
entrar en la estancia.
¿Seguro de qué? Mire, comandante repuso Tyburn, esforzándose por hablar con
voz calmada , media hora después de recibir el comunicado de la Policía de Freilandia
del Norte, Kenebuck llamó a mi oficina para pedir protección. Se interrumpió irritado .
¡No me mire de esa forma! ¿Cómo quiere que sepa de qué modo se enteró de su
llegada? ¡Ya le he dicho que es rico y que tiene contactos en las altas esferas! Pero, a lo
que voy, la protección policial que tiene, simplemente, es una pantalla una excusa
para lo que haya planeado por su propia cuenta. ¡Usted mismo acaba de ver a esos
matones en el recibidor!
Sí corroboró lan sin ningún énfasis. ¡Bueno, pues piense en ello! Tyburn le
miró con ojos centelleantes . ¡Mire, yo no dispongo de ningún informe de Kenebuck! Muy
bien... ¡deje que le hable de él! Sabíamos que intentaba deshacerse de su hermano
desde que Brian contaba diez años...; pero, maldita sea, comandante, Brian tampoco era
un ángel...
Lo sé repuso lan, sentándose en una silla enfrente de Tyburn.
¡De acuerdo, así que lo sabe! ¡De todas formas, se lo contaré! exclamó Tyburn .
El abuelo de ellos era un jefe del hampa local. Estaba involucrado en todos los jaleos de
la zona oriental. Pertenecía a la mafia, y tenía millones que no se atrevía a sacar a la luz,
debido a su procedencia. En la época de su padre, esos millones comenzaron a ser
blanqueados en negocios legítimos. La tercera generación, James y Brian, no heredó
nada ilegal. Demonios, si alguna vez lo hubiéramos intentado, ni siquiera podríamos
haber conseguido que prosperara una acusación por haber cruzado indebidamente la
calle. Cuando su padre murió, James tenía veinte años y Brian diez; y, al morir él, la
última traza de ilegalidad que podía quedar en la familia desapareció. ¡Sin embargo, ellos
han seguido manteniendo sus contactos con el hampa, comandante!
lan permaneció sentado con la copa en la mano, mirando a Tyburn casi con curiosidad.
¿No lo comprende? restalló Tyburn . Le diré que, de acuerdo con la ley,
Kenebuck está limpio. ¡No obstante, en su familia eran todos unos matones, él creció
como un matón y piensa como tal! No deseaba que su pequeño hermano Brian estuviera
a su lado para compartir la corona del príncipe con él... así que se deshizo de su
hermano. No podía, simplemente, matarlo, de modo que decidió hacerlo pedazos,
quebrantar su espíritu, hasta que Brian se excediera tratando de imitar a su hermano
mayor y se matara en el intento.
lan asintió despacio.
¡Muy bien! exclamó Tyburn . Así que, finalmente, Kenebuck lo ha conseguido.
Persiguió a Brian hasta que el muchacho se marchó y se convirtió en un soldado
profesional... algo por lo que Kenebuck no hubiera abandonado su vino, sus mujeres y su
música durante el tiempo necesario para destacar como tal. Y puede sobresalir en la
mayoría de las cosas que desea, comandante. Bajo esa actitud de matón y todos esos
millones, se esconde un buen cerebro y un buen cuerpo, que él se ha encargado de
entrenar. Muy bien, de acuerdo. De modo que resulta que Brian, de todos modos, no era
bueno, y se llevó consigo a unos cuantos soldados cuando por fin emprendió lo que
Kenebuck deseaba, muriendo en el intento. ¡De acuerdo! Pero, ¿qué puede hacer usted
al respecto? ¿Qué puede hacer nadie si todos los contactos, el dinero y la ley están de
parte de Kenebuck? Y, de todas formas, ¿por qué quiere usted hacer algo?
Es mi deber comentó lan. Ya se había bebido la mitad del whisky de su copa
distraídamente y, en ese momento, giró el vaso entre los dedos con gesto pensativo,
contemplando el licor de color marrón que remolineaba bajo las fuerzas del ímpetu y la
gravedad. Alzó la vista hacia Tyburn . Usted lo sabe, teniente.
¡Deber! ¿Es tan importante el deber? exigió Tyburn.
lan le miró y, luego, apartó la vista, contemplando el aguanieve fantasmal que golpeaba
en vano contra el cristal de la ventana que la mantenía en la oscuridad exterior.
No hay nada más importante que el deber repuso lan, a inedias para sí mismo, la
voz distante y reflexiva . Las tropas mercenarias tienen el derecho al cuidado y a la
protección por parte de sus propios oficiales. Cuando no los reciben, merecen justicia, a
fin de impedir que vuelva a repetirse lo mismo. Esa justicia es un deber.
Tyburn parpadeó y, repentinamente, pareció como si una pared se hubiera derribado
en su mente.
Justicia para esos treinta y dos soldados muertos a causa de Brian! exclamó,
comprendiéndolo súbitamente . ¡Eso es lo que le ha traído hasta aquí!
Sí lan asintió, y alzó la copa en una especie de saludo al aguanieve fantasmal,
bebiéndose el resto del whisky.
Pero dijo Tyburn, mirándole , lo que usted intenta es que un civil sea sometido a
esa justicia. Y Kenebuck le supera en armas y en maniobras...
El sonido de la pantalla de comunicación, situada en un rincón de la habitación, le
interrumpió. lan dejó su copa vacía, se dirigió a la pantalla y apretó un botón. Sus anchos
hombros y su espalda ocultaban la visión a Tyburn; no obstante, éste logró escuchar la
voz.
¿Sí?
La voz de James Kenebuck sonó en la habitación del hotel.
¡Graeme... escúcheme!
Le escucho replicó lan con voz tranquila.
Ahora estoy solo anunció la voz de Kenebuck. Parecía tensa y áspera . Mis
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