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concentración, seguro que organizaba un quilombo de presos para cobrarles entrada a los británicos y
se ganaba una fortuna.
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 ¿En qué pensás...?
 En nada, anoto  dije.
 Estás pensando algo... ¿Querés que adivine...?
Seguí anotando, él dijo:
 Estás pensando en irte a Gualeguay para conocer a los viejos del Turco, para saber cómo era...
¿Acerté?
Dejé pasar el tiempo, respiré una o dos veces y recién cuando volvió a pararse y fue hacia la ventana
para mirar al río le dije:
 ¿Y a vos qué te parece...?
 Me parece que sí. Pensé que eso te interesaría, por eso del instinto que hablábamos la otra tarde.
¿Había acertado?
 Sí, puede ser...
 Sabes a cuántos viejos tendrías que conocer. ¡Sabés que ahora estoy convencido de que había más
pichis en la isla...! ¿Qué anotas?
 Nada, eso que me decís.
 ¡Si está grabando...!
 Pero igual anoto, no es lo mismo lo grabado que lo escrito  le aclaré.
 ¿Y eso qué es...?  preguntó.
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 Nada... un remedio para la sinusitis.
 ¿Y así te lo pones?  quiso saber.
 Sí...
 ¿Por qué?
 Porque es mejor, más directo  le dije y recomencé a escribir.
 ¡Me da en las bolas eso que dicen ahora de la rehabilitación!  grabó.
 Son cosas  dije como todo... hablan un tiempo de eso y después se olvidan.
 Pero joden  dijo : ¡Decime algo!
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 ¿Qué querés que te diga?
 ¿Qué pensás? Decí lo que pensás. Me jode que no digas nada, como si yo no entendiera. Vos no
entendes, pero te crees que entendés y si no hablas, da bronca. ¿Entendes?  preguntó y después
respondió él mismo :  No... ¡No entendés nada!
Debía hablar. Le pasé un cigarrillo (argentino). Hablé:
 Había pensado por un momento en la rehabilitación...
 ¡Qué boludez! ¿No te parece que habría que poner clínicas y traer pichis para que rehabiliten a los
otros, a los que se quedaron aquí...?
 Tal vez sí  le dije , pero no hay pichis...
 ¡Pobre gente!  lamentó él. No supe de quiénes hablaba, si de los padres del Turco, de los otros
padres, de ellos  los pichis o de los soldados, o de nosotros mismos. Quizás se refería a nosotros dos.
A la mañana siguiente le mostré las primeras ciento doce páginas del libro mal tipiadas por Lidia y
él las miró y preguntó si podía quedarse con una copia. Dije que sí. Por entonces él estaba leyendo
Música Japonesa y había dicho que le gustaba.
 Ustedes  dijo son como las minas: lo que más les gusta es que a los otros les guste...
Había comenzado a salir con mujeres. Durante esas horas libres yo procuraba redactar o pensar.
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Si los argentinos los llaman "rusos" y los ingleses  así lo pronunciaban el paracaidista y el de la radio
les dicen "radian", los rusos, que algunos creían que estaban por llegar, se han de llamar de cualquier
manera, pero seguramente a ellos mismos no se dirán ni "rusos" ni "rachan". Los británicos, que eran
los ingleses, llamaban a los argentinos "archis" y a los malvineros "jelps" y a ellos mismos se llamaban
"uiners". Los porteños se llamaban porteños a ellos mismos y a los demás les decían "forros"; por eso
les quedó "forro" a ellos, porque andaban siempre diciendo "forro" a un lado y a otro. Un pichi, el tano
Brecelli, se tomó el trabajo de anotar todo eso. Bueno: anotar no, porque abajo el único que anotaba era
Pipo, que llevaba las cuentas.
Brecelli había hecho una lista mental de las palabras y de las maneras de hablar y se las sabía de
memoria: la recitaba y siempre le iba agregando cosas; y cuando aparecía un nuevo, mientras los otros
le enseñaban cómo tenía que portarse, él les cantaba la lista: al turco 'Turco' porque no es turco, es
árabe; a Acevedo que es rosarino, porque es judío, se le dice 'ruso' o 'rachan' en inglés; a los judíos
'hijos de puta' porque escupieron a Cristo y 'gracias' porque le
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mandan cohetes a Galtieri; a Galtieri de acá, 'Galtieri' por que es muy boludo y se creía que íbamos a
ganar; y a los forros 'forros' porque son forros y lo único que saben hacer es forrear...".
 ¡Callate forro...!  decía el santiagueño.
 Y qué querés, si no fuera forro, no estaría aquí entre tantos negros roñosos como vos  decía
Brecelli, que era porteño.
Y haciendo cuentas, se veía raro que siendo que en el país la mayoría de la gente es porteña, allí la
mayoría era de provincias. Entre los pichis, casi todos eran de provincia, y lo mismo entre los soldados,
todos provincianos. El tucumano jodía a los forros diciendo que los del comando habían elegido
mayoría de "cabezas negras" porque el porteño no sabía pelear...
Pero pelear, pelear, en realidad, nadie sabía. El Ejército toma soldados buenos, les enseña más o [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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